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La Mente

  • apertomentis26
  • 26 oct 2016
  • 4 Min. de lectura

“Los filósofos antiguos la identificaban con la parte intelectual del alma. En la actualidad, y por carecer de connotación religiosa, se prefiere el término mente al de alma para designar la sede de la vida psíquica.”

http://www.philosophica.info/voces/mente/mente.html

Filosofía de la mente

Autor: Juan José Sanguineti

La filosofía de la mente es un ámbito de reflexión filosófica que se ocupa de cuestiones relativas a los procesos mentales y su relación con el cuerpo humano (en especial el cerebro). Aunque este objeto parece solaparse algo con la psicología filosófica de tradición escolástica, hoy transformada en antropología filosófica, de hecho la filosofía de la mente, nacida en una peculiar ambientación anglosajona, se detiene con más intensidad en los temas que ahora veremos, y que una antropología filosófica sólo podría tratar muy sucintamente.

POSICIONES HISTÓRICAS:

Tomado de: http://filosofia.laguia2000.com/wp-content/uploads/2013/04/imagesCA37PMNA.jpg

Es oportuno detenernos brevemente en las principales posiciones históricas. Basta concentrarse en la cuestión mente/cuerpo, heredera de la dualidad tradicional “alma/cuerpo”, que está en la raíz de los demás problemas. De modo más preciso, la cuestión consiste en averiguar si las operaciones, actos o estados mentales o psíquicos (ver, imaginarse, emocionarse, pensar) son o no distintos de los procesos físicos (concretamente, nerviosos o cerebrales), y qué relación mantienen entre sí. Veamos las posturas al respecto.

A) Dualismo

En general, el dualismo sostiene la distinción real entre alma y cuerpo. El alma humana a veces es llamada espíritu, o es mencionada por sus potencias, como la razón o la inteligencia. Como lo más obvio es que nuestras ideas, juicios, intenciones no son algo corpóreo, tangible o visible, el dualismo forma parte del conocimiento común, al margen de las teorías filosóficas, y en cierto modo nadie puede prescindir de él.

B) Paralelismo

El paralelismo “psicofísico” suele reconocer alguna distinción entre lo mental y lo físico, pero prescinde o no admite su mutua interacción. El paralelismo ontológico es como un dualismo no interaccionista (por ej., la concepción monádica de Leibniz). Aunque no se emplee esta terminología, más frecuente en la filosofía moderna es una forma de paralelismo epistemológico, según el cual la distinción entre procesos mentales y psíquicos sería sólo una manera de hablar o un enfoque epistémico diverso de lo que en el fondo sería una misma realidad. Las descripciones mentales (psicológicas) y cerebrales (neurológicas) estarían “correlacionadas” o serían simplemente “correspondientes”.

C) Monismo espiritualista

Niega legitimidad a la noción de cuerpo como algo realmente distinto del espíritu o del conocimiento. La realidad sería enteramente psíquica (panpsiquismo), o ideal, como sucede en general en el idealismo (Berkeley), de un modo complejo que aquí no podemos abordar. Algunas posiciones, cuando admiten la atribución de mente, inteligencia, psiquismo, conciencia, a las cosas materiales, al universo, a los robots con inteligencia artificial, son formas monistas pseudo-espiritualistas (en realidad son materialistas).

E) Monismo neurologista (“teoría de la identidad”, fisicalismo)

Reduce el acto psíquico y sus contenidos intencionales a la actividad neuronal. La mente —el pensamiento, el amor, las creencias, la intencionalidad, los significados— no sería más que el conjunto de las actividades complejas del cerebro entendido como órgano físico-químico. La tesis es afirmada, aunque parezca contra-intuitiva, en virtud del principio a priori de que sólo las leyes físicas de la naturaleza serían principios explicativos. En consecuencia, la aparente evidencia de los actos mentales debería concebirse, según algunos, como una suerte de fenómeno subjetivo, así como el aspecto fenoménico del cielo astronómico es explicado a fondo por la astrofísica: lo mental sería un epifenómeno.

E) Emergentismo

La posición emergentista se opone al reductivismo neural. Una base material suficientemente compleja puede hacer aparecer propiedades y relaciones nuevas, propias de la totalidad (propiedades holísticas), que son indeducibles de las partes tomadas aisladamente. Puede decirse entonces que esas propiedades emergen de la organización compleja, así como una molécula hace emerger propiedades no contenidas en los átomos. Este fenómeno puede incorporarse a la interpretación de la evolución biológica, ya que la evolución haría emerger nuevas propiedades de las cosas. Las operaciones mentales serían, en este sentido, emergentes respecto a la organización cerebral.

F) Funcionalismo computacional

Con ocasión del surgimiento de la computación, fue propuesta una nueva explicación materialista de los actos y estados mentales, contraria al conductismo y al neurologismo. Una función o una estructura es independiente de su realización material: una silla puede ser de madera, hierro, etc. Además, puede pensarse en abstracto y sin materia: el concepto de silla no es una silla. Las operaciones mentales podrían ser funciones computacionales (elaboración de información) capaces de realizarse de modo múltiple (realizabilidad múltiple) en diversos soportes materiales, como se ve en los programas computacionales (el software admite realizarse en diversos tipos de hardware, en teoría incluso cuánticos).

G) Inteligencia humana

Tomado de: http://www.definicionabc.com/wp-content/uploads/inteligencia_emocional-2_ezr.jpg

Las operaciones inteligentes del hombre no son iguales a las de los animales. No comprenden sólo situaciones significativas prácticas en relación con la conducta típica, sino que [Sanguineti 2007]:

1) Separan de modo abstracto todo tipo de relaciones, propiedades y objetos (incluso el mismo universo), para considerarlo, si se desea, al margen de intenciones o situaciones concretas (universalidad absoluta: apertura a todo tipo de posibilidades o al ser como tal).

2) Captan contenidos por puro interés especulativo, sin tener necesariamente una finalidad práctica fuera de la actitud contemplativa.

3) Iluminan, a veces por puro deseo especulativo, situaciones concretas a la luz de razones universales. Por ejemplo, el hombre, si quiere y puede, es capaz de estudiar el arte y la cultura fenicia, con todo un bagaje de universales, sin ningún interés práctico, sencillamente para conocer la verdad.

4) Crean de modo abstracto todo tipo de relaciones nuevas, estableciendo normas universales: por ejemplo, crea sin límites nuevas gramáticas o nuevos lenguajes, y es capaz de inventar todo tipo de instrumentos técnicos, condicionado por las disponibilidades materiales, pero sin límites formales.

5) Captan las estructuras ontológicas de la realidad como tales: no sólo comprende materialmente la realidad, la causalidad, las personas, etc., sino que capta como tal lo que supone ser real, ser posible, ser imposible, ser irreal, ser poco útil, ser idéntico, ser significativo, ser amable, ser interesante, etc.

Naturalmente, el hombre no conoce todo esto de modo automático, sino contando con el tiempo, la experiencia, la reflexión, el esfuerzo racional, el aprendizaje, pero puede llegar a todo lo mencionado, de modo muy variado, tanto como persona individual como a lo largo de la historia, de modo colectivo o social. Así lo demuestran la creación y evolución de las ciencias, el despliegue de la tecnología, la cristalización de los lenguajes, la historia de la filosofía y del arte, la actividad religiosa, etc., en una palabra, el entero perfeccionamiento cultural.


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